Presentación de los artistas Sebastián Sántiz Gómez, Roberto de la Cruz Velázquez y Rafael Araujo

Sebastián Sántiz, a partir de un formato escultórico vegetal y mineral, producto del encuentro de su heredad tzeltal con los atisbos contemporáneos, propone un lenguaje sobre la naturaleza, los fenómenos que la misma entraña y los astros, en una reunión que explora la ruptura tradicional, en una nostalgia por los referentes totémicos de la tierra, con una carga dialógica entre lo sagrado y su manifestación minimalista terrena.

Roberto de la Cruz, explora un sistema escultórico de ensambles y construcciones, una suerte de estética del desecho, donde las partes automotrices, los perfiles estructurales del desperdicio, la madera y la piedra ofrecen múltiples posibilidades estéticas en una vocación compositiva y dinámica que busca repoblar lo formal del mundo. El sentido dentro del sentido.

Rafael Araujo estima nuevas orientaciones de los hechos perceptivos y da las creencias que a ellos se vinculan, a la manera hermenéutica de lo que Mauricio Ferraris llama "la integración perceptiva". Percibir el mundo es para Araujo reconvocarlo, hallar su opacidad y develar su extremo sentido en lo amorfo, como una fase inherente del alumbramiento humano.

Las piezas de la producción actual de los integrantes de dicho taller pretenden mantener el sentido ecológico de hace siete años. A decir de estos artistas, "el enfoque es menos agresivo visualmente y menos narrativo". En ellas reconocen "una fuerza interna de las obras primitivas y un acentuado sentido telúrico del trabajo artístico". Lo deseable sería que dicha vocación primigenia operen función no de una conjunción integracionista geológica, ni del discurso ecológico posmoderno, sino de la integral trascendencia del leguaje artístico. En esa directriz, el rumbo de este grupo artístico – y se sus integrantes en particular – podrá aspirar a la superación de su etapa programática inicial, a la que todo movimiento se enfrenta históricamente, y que desde la época de las vanguardias europeas han sido más especulativos que definitorios.

Gustavo Ruiz Pascacio

Mayo de 2002.

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