PATRICIA MOTA O EL SUEÑO VIVO QUE OBSERVA

 

Patricia Mota (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México 1961) estudió Arte y Diseño Gráfico en la Universidad de las Américas, en Puebla de los Ángeles, México. Ha realizado varios murales con otros artistas, entre los que destaca su participación en el proyectado y ejecutado por el maestro César Corzo en el Palacio de Gobierno de Tuxtla Gutiérrez, "Geografía Mítica de Chiapas". Ha sido profesora de pintura para niños, varios de los cuales merecieron reconocimientos nacionales. Además ha organizado y asistido, con Lucía Ovando, Talleres (públicos y privados) de Pintura y Literatura Infantil, logrando, por la calidad, ediciones de los trabajos en singulares y bellos libros.

Su obra como diseñadora gráfica ha sido galardonada y, es reconocida como una innovadora, en Chiapas, en este campo. Actualmente es catedrática de historia del Arte en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Chiapas.

Los distintos artistas y escritores que han observado la pintura de Patricia Mota destacan su ferviente encuentro con el surrealismo poético, nacido del encantado y fantasmal mundo de los sueños, donde habitan seres que en femenina presencia relatan y denotan ciertas y determinadas visiones que la artista plásticamente convierte en "reales".

La exposición reúne quince obras que dan cuenta de las andanzas por el sendero pictórico que Patricia Mota ha venido fraguando, durante 17 años, con personal destreza técnica y solvencia plástica.

La exposición que observamos, aquí, en Viena, podemos destacarla como una síntesis de sus búsquedas. Algunas obras concretas son buen ejemplo. Veamos.

"Faisán mirando el atardecer". El pájaro parece ser el centro del cuadro, pero es más bien un canto al paisaje tropical; el paisaje recreado con la técnica del moteado, que domina la artista, nos enseña el esplendor de un amanecer en Chiapas, donde cotidianamente el transeúnte es atrapado por un espectáculo natural. El faisán sigue ahí, mirando el atardecer, como si fuera otro centro, por su pleno poder enigmático.

"Retrato de Raquel con guacamaya". Se trata de una recreación de esa niña que con asombro observa algo que la ha sometido; la guacamaya también observa, con atención, en una actitud de sigilo y casi protectora. Juego de miradas hacia algo –humana y animal- que permiten a Patricia Mota representar su inmensa e inequívoca capacidad de asombro ante el mundo que la rodea.

El Cañón del Sumidero es un lugar mítico por excelencia. Geólogos, historiadores biólogos, poetas y pintores se acercan a él, desde hace siglos, con delicada y cultivada sensibilidad. Largo y maravilloso, rocoso y fértil en figuras que extasían a quien recorre el río Grijalva por las sendas del cañón. La artista, desde la abstracción, plasma en "Acantilado del Sumidero" las vetas signadas por el paso del tiempo sobre las altas paredes del Cañón. Se trata de las formas infusas del tiempo o de la realidad abstracta del tiempo.

"La pianista celeste", personaje claramente fantasmal, mirando con asombro a sus espaldas, ejecuta un canto desde las teclas celestes o del universo, a la vida.

"La hacedora o tejedora de libélulas". Las libélulas aparecen en la pintura de la artista como un elemento constante. Ahora, su familiaridad con estos seres delicados, que rondan en el ocaso, parece como si emanaran de las manos de la niña. La posición de las manos de la niña más que retener sugieren engendrar la libélula en un acto eminentemente mágico. La niña, -que habita en la artista- a su vez, parece una maga, rodeada por el halo del misterio creador: ¡está erizada! Es un canto a la creación artística.

Patricia Mota ha morado -en su imaginario plástico, creador,- en un particular mundo fantasmal, mágico y telúrico donde seres femeninos aparecen en actitudes y gestos danzísticos. La música es un elemento que con asiudad surge, es una constante: a veces una flautista, a veces un extraño personaje interpreta algo, a de plena belleza poética.

Sueño vivo que observa, magia plena de encantos, música que invita al viaje cósmico, son espacios de frecuentación pictórica de la artista mexicana. Mirar el mundo es mirarse a si mismo y esto es más verdadero y sabio cuando lo leemos en el poema o en la obra plástica, en las artes, en su conjunto. Plutarco dijo que la pintura era muda y el poema una pintura. Exageraba el maestro. Todo buen poeta es un pintor y el pintor de caballete, el muralista (los más antiguos) y el escultor son auténticos poetas. O como lo indicó Aristóteles: todo arte es Poesía.

Patricia Mota ha indagado en las técnicas pictóricas del Renacimiento italiano, en los movimientos de vanguardia europeos e hispanoamericanos de los siglos XIX y XX. Le fascina, la vida y la obra de las hechiceras Leonora Carrington y Remedios Varo, Olga Orozco y Rosario Castellanos. Admira el dibujo de los antiguos egipcios, griegos y romanos. Goza con el Bosch, Broughel, Tiziano, Velásquez, Goya, Chagall, Blady y otros.

Todos los trabajos que vemos hoy, aquí en Viena, han sido realizados con temple, grafito-lápiz, hoja de oro, lápices de colores, y grises pasteles –elaborados por ella misma- Su impronta o pátina plástica personal adquiere singularidad estética; nos encontramos ante un trabajo con lenguaje artístico propio en el arte de pintar. La pintura la demanda, así lo confirma la presente exposición: "Patricia Mota o el sueño vivo que observa".

 

Ricardo Cuéllar Valencia
Agosto de 2005

La idea de los jardines de artistas
Projekt Kuenstlergaerten - Proyecto de los Jardines de Artistas

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